viernes, 15 de julio de 2011

La ciudad y los perros

No podría precisar sus nombres, ni sus edades, ni de dónde vienen, ni hacia dónde van. Sólo sé que los encontré en la puerta de casa, resguardándose del frío, dormidos sobre el piso de la vereda. Tuve que pedirles que se corrieran para entrar el auto, que se desplazaran una vez más, que otra vez cedieran su lugar.

Ella es una mujer mayor y está embarazada, él está desocupado. Llevan muchos días sin dormir en una cama. Quince días en situación de calle.

           - No estamos acostumbrados a vivir así, todo esto es nuevo para nosotros, no sabemos adónde ir.

Les ofrecí llamar al Gobierno de la Ciudad para conseguirles lugar en un parador.

           - Somos una pareja y queremos estar juntos. Los albergues aceptan a hombres y mujeres por separado, no tienen lugar para los dos. ¿cómo podría dormir lejos de él?

Quince días de desamparo. Los ojos caen cuando no ven el horizonte, la voz se apaga, los movimientos se vuelven cada vez más lentos. ¿Qué hacer por estas dos personas? ¿Qué más allá de un poco de plata y algo de comida?

Agradecen el pequeño gesto, levantan sus bolsitas, toda una vida guardada en el nylon. Se toman del brazo, caminan despacio, se pierden en los laberintos del frío y de la noche.