Columna radial de Silvina Quintans
Cuando venía a la radio en subte, me emocioné al ver a tantos alumnos de la
escuela secundaria, adolescentes, familias con chicos yendo a la plaza a
conmemorar el día de la memoria.
Gran parte de mi infancia y
adolescencia pasó en esos tiempos y muchas de estas cosas se las cuento ahora a
mis hijos desde mi modesto lugar. Gotitas de una historia pequeña.
La fila en invierno en el patio de
la escuela. Tomamos distancia, marchamos al aula, como soldaditos de sexto
grado.
Tengo diez años y no entiendo
cuando mamá me dice que no hable de política con nadie.
Una tarde descubro que la
biblioteca de casa tiene doble fila, y hay libros que están forrados.
¿Qué querrá decir Pedagogía del oprimido?
Las canciones patrias tienen
redoblantes y trompetas, suenan siempre como marchas militares.
El sonido cascado y la voz marcial
de los comunicados en los altoparlantes.
En la escuela todos murmuran.
Anoche unos militares entraron por la terraza a la casa de una compañerita.
Querían llevarse al padre que es maestro. ¿Llevarse a un maestro?¿adonde?
Mamá estudia Bellas Arres. Le cuenta en voz baja a
una compañera que una profesora tuvo que esconderse en la casa de otra. Que la
vinieron a buscar.
La directora del secundario,
vestida como un militar en la puerta del colegio me envía de vuelta a casa
porque dice que estoy despeinada y las
medias están bajas.
Mamá indignada porque mi hermano
tuvo que pasar toda una fría mañana de invierno en el patio, el director dice
que el pelo le toca el cuello de la camisa y eso es inadmisible.
El libro El Principito aparece
forrado en la fila de atrás de la biblioteca.
Papá trae el disco doble de Evita
de un viaje al exterior. Yo lo escondo. Me da vergüenza que mis compañeras
piensen que es peronista.
No puedo creer que hayan prohibido
The Wall, por suerte lo tengo en casa y lo escucho de un lado y de otro. Mamá
se aturde, dice que baje esa porquería. No necesitamos educación, no
necesitamos control del pensamiento, dice en inglés
Mamá esconde los discos de
Mercedes Sosa.
La de historia le dice a una
compañera:” Vos cállate que tu papá es una rata comunista”.
Mi compañera me cuenta que su papá era
profesor en ciencias exactas. Me habla
de la noche de los bastones largos.
A la manzana podrida hay que
sacarla de raíz, dice otra profesora
La directora anuncia que invadimos
las Malvinas. Estamos en guerra, dice. Los chicos que viajan a pelear son
apenas un par de años más grandes que nosotras.
Los militares no quieren entregar
el poder por el tema de los desaparecidos, se juega la profesora de Instrucción Cívica. Nos explica
quiénes son los desaparecidos y compara con los campos de concentración nazis. “Si,
campos de concentración”, reafirma
Todas estas imágenes vienen a mi
cabeza cuarenta años después. La
infancia, la adolescencia, y las atrocidades que conocímos en los
juicios, en los dolorosos testimonios de sobrevivientes, los hijos y las
valientes Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Cuarenta años. Nunca Más.