No pasa muy seguido que una se sienta parte de la Historia
(así, escrita con mayúscula). Pero ayer las personas que participamos de la
marcha convocada por NiUnaMenos sentimos que atesorábamos un pedacito de
historia.
La Historia a veces viene envuelta en algún hecho cotidiano
y otras en un evento extraordinario. A veces no sabemos reconocerla, nos pasa
por al lado, y recién la vemos a través de los ojos del tiempo. Pero en días
como el de ayer la miramos de frente y nos sentimos protagonistas. Fueron miles los paraguas que desafiaron la
lluvia y desfilaron desde el Obelisco hasta Plaza de Mayo al grito de Ni una
menos / Vivas nos queremos. Fuimos miles
las mujeres que por primera vez nos sentimos parte de la Historia, así, con
mayúsculas.
Alguna vez les contaremos esta historia a nuestros nietos y nietas. Tal vez empecemos a
contarla así:
Y llegaron bajo la lluvia. Las mujeres de caras talladas,
las chicas de pelos de colores, las de raros peinados nuevos, las de carteles, las de
banderas, las que cantaban, las que gritaban, las que marchaban en silencio.
Y llegaron bajo la lluvia. Las estudiantes, las docentes,
las sindicalistas, las amas de casa, las
hijas, las madres, las abuelas.
Y había que verlas. Llegaban por las avenidas, por las
calles, por debajo de la tierra. Llegaban en columnas, en pequeños grupos o en
solitario. Caminaban a paso firme, se deslizaban sobre sillas de ruedas o
empujaban cochecitos de bebé. Enarbolaban banderas, levantaban consignas, marchaban
en silencio. Todas bajo la misma lluvia.
NO NACI MUJER PARA MORIR POR SERLO
DISCULPE LAS MOLESTIAS, PERO NOS ESTÁN MATANDO
ES MAS FACIL EDUCAR A UNA MUJER FUERTE QUE REPARAR A UNA
MUJER ROTA
MUJER BONITA ES LA QUE LUCHA
Estas son algunas de las consignas que resistían bajo el
agua.
Fue una marcha ruidosa y silenciosa al mismo tiempo. Por
momentos afloraba un sonido ululante, como aquel que hacíamos de chicas cuando
jugábamos a los indios. Un grito que nos
hacía sentir parte de una identidad ancestral.
Y también llegaron ellos, vestidos de negro, acompañando
cada paso.
Cada tanto se intercalaba algún vendedor ambulante que
ofrecía chipás, paraguas o pilotos negros reforzados. Pero la estrella de la
tarde fue el ingenioso comerciante que ofrecía su mercadería al grito de “La lluvia es machista, combátala
con un piloto”.
Caminé sola y en silencio durante dos horas. La lluvia sumaba brillo a las cosas, creaba
una cierta épica. Durante largo rato marché cerca de un hombre que filmaba con
su celular haciendo amplios paneos debajo de un paraguas. Pensé que filmaría
para algún medio, pero después me di cuenta de que estaba con su esposa y sus
hijos. La mujer llevaba un bebé en una mochila y una nena de la mano. El bebé y
la nena iban muy emponchados, pegados a
la mujer que los protegía con un
paraguas. El hombre iba unos pasos adelante concentrado en conseguir una buena
filmación. Cada tanto le sacaba una foto a la mujer que hacía equilibrio entre
el bebé, la nena, el paraguas y la cartera.
Ayer fue un día histórico, pero la historia no cambia en un
día.
Tendremos que marchar muchas veces para que el muchacho de
la filmación –de intenciones nobles, sin dudas-
guarde la cámara en el bolsillo, camine a la par de su esposa y le
tienda la mano a su hija.
Tendremos que parar muchas veces más para que se termine la
trata de personas, para que se nos pague lo mismo por igual tarea, para que se
repartan de manera equitativa las tareas domésticas y de cuidado, para que
nadie se sienta con derecho a decirnos una grosería o a tocarnos sin nuestro
permiso, para que se respete nuestra voz sin descalificarnos.
Y tendremos que marchar muchas veces más para que no haya
crímenes atroces como el de Lucía Pérez,
Alicia Muñiz, María Soledad Morales, Adriana y Cecilia Barreda, Carolina Aló,
Natalia Melman, Liliana Tallarico, Fabiana Gandiaga, María Marta García
Belsunce, Paulina Lebbos, Nora Dalmaso, Houria Moumni, Cassandre Bouvier,
Rosana Galliano, Wanda Taddei, Angeles Rawson, Melina Romero, Lola Chomnalez, Daiana García, Andrea
Castana, Gabriela Parra, Chiara Páez, Candela Rodríguez, Marina Menegazzo y
María José Coni, y tantas otras vidas robadas.
Habrá que seguir marchando, pero no dejemos pasar esta
oportunidad de construir una sociedad más justa. Como dice la canción de la
inolvidable Aretha Franklin: todo lo que pedimos es respeto.
Clickear para escuchar audio de columna Miércoles Negro por Radio Continental
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