Texto y diccionarios: Silvina Quintans
En estos días empezamos a incorporar palabras a nuestro vocabulario que rara vez utilizábamos antes de la pandemia. La propuesta es rescatar los términos nuevos o las nuevas acepciones que tomaron viejos vocablos. Empezaremos por el más obvio y trillado: cuarentena
La RAE define así una de sus acepciones: Aislamiento preventivo a que se somete durante
un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales.
La palabra cuarentena es de origen latino y se traduce como
cuatro veces diez, es un concepto que ya se utilizaba en la Biblia, entre los
griegos y los romanos en los siglos V y VI AC. Sin embargo, la cuarentena se origina formalmente en el
siglo XIV, en Italia, como una medida para controlar las epidemias de peste
negra que azotaban a Europa y que obligaban a los barcos y personas que
provenían de Asia a esperar 40 días (“Quaranta giorni”, en italiano) antes de
entrar en las ciudades. También era el tiempo durante el que se aislaba a los
enfermos, de aquella época proviene la máscara veneciana del médico de la
Peste, esa temible imagen de nariz larga y ganchuda, donde se insertaban hierbas
aromáticas y paja a modo de filtros, artesanales precursores del
barbijo.
La historia de las cuarentenas llega hasta el siglo
XX. Hace 50 años, cuando regresaron los astronautas del Apolo XI de la luna, se
los sometió a una estricta cuarentena en el Laboratorio de Recepción Lunar
desde el 24 de julio hasta el 10 de agosto, es decir, 17 días. Ni bien amerizaron en Hawaii les calzaron las
escafandras, los rociaron con lavandina y los enclaustraron en un recinto móvil
hermético para luego confinarlos en un laboratorio. La idea era evitar que supuestos gérmenes
traídos desde la Luna pudieran contaminar la Tierra.
Vuelvo al diccionario de la RAE, encuentro otra de las
definiciones de cuarentena y me pone la piel de gallina: Tiempo de
40 días, meses o años. CUARENTA DÍAS,
MESES O AÑOS, y ya pasamos con creces los cuarenta días.
.
Los miembros de la RAE , entre otras cosas, están estudiando cómo transformar en
verbo el término cuarentena. ¿Hablaremos de cuarentenar, cuarentenear y
encuarentenar? Mientras tanto, roguemos para que en algún momento incluyan el verbo desencuarentenar y nos den una luz de esperanza.
Saltamos entonces al diccionario de refranes: no hay mal que dure 100 años , ni cuerpo que lo
resista. No sé si es un consuelo o una cruel premonición.