jueves, 30 de agosto de 2018

Crónica de la marcha por la universidad pública


Texto y fotos: Silvina Quintans


SOMOS LA PRIMERA GENERACIÓN DE UNIVERSITARIOS


                                         NO QUEREMOS SER LA ÚLTIMA

Eso dice el enorme cartel que llevan los estudiantes de  Universidad de Lanús.

“Mi viejo murió y mi mamá limpia casas por hora. Yo soy primera generación de universitarios, nadie en mi familia pudo estudiar, todos tuvieron que salir a trabajar de chicos. Estoy en segundo año de Ciencias Políticas, estoy muy contento, es una universidad muy buena, enseñan muy bien”, dice Federico mientras avanza con la bandera.

Esta historia es la de muchos de los jóvenes que marchan esta noche por Avenida de Mayo en defensa de la única herramienta que puede nivelar las oportunidades en un país cada vez más desigual.  La historia de Federico desmiente los dichos de la Gobernadora María Eugenia Vidal : “Nadie que nace en la pobreza hoy llega a la Universidad”.  La educación pública es la que abre la puerta a  los 38 mil alumnos del quintil más pobre de la población que cursan en las 14 universidades ubicadas en el Conurbano bonaerense, según un informe de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE). [i] En muchas de ellas más del 70% de los egresados son primera generación de universitarios. Pero aún si fueran ciertos los dichos de Vidal, sería motivo para redoblar el esfuerzo en educación superior de calidad y no una excusa para retacearla.

La marcha convocada por distintas organizaciones para defender las universidades públicas que padecen serios problemas presupuestarios y aún no han arreglado la paritaria docente que venció en febrero,  avanza como un río desde Congreso a Plaza de Mayo. Llueve fiero, sopla sudestada, se abren y cierran paraguas; hay antorchas, banderas, consignas, pancartas, bombos, orquestas, instalaciones y performances. Una de las más creativas es la del Grupo de Teatro “Las Estatuas” con sus figuras hieráticas que avanzan caracterizadas como alumnos y docentes sumidos en la pobreza. “Venimos a la marcha como grupo de teatro con vocación social y militante para defender la educación pública”, explica Diego, director del grupo,  sin perder la compostura de su personaje.


La competencia por la venta de pañuelos se desata en las esquinas. Cada vendedor tiene su stock de colores: verde por el  aborto legal, anaranjado por la separación de la iglesia del Estado. Hasta aquí, lo conocido, pero a la hora de defender la educación pública no hay acuerdo: hay quienes los venden blancos, rojos o  azules.  Nadie ofrece pañuelos celestes.

En la esquina del Teatro Liceo, un grupo de madres y padres desafía la lluvia y enarbola una bandera con la sigla MaPaC. Son las madres y padres autoconvocados del Colegio Nacional  Buenos Aires, una agrupación que se formó en 2016 ante un conflicto similar que  involucra a los alumnos de colegios que dependen de las Universidades Nacionales. El CNBA  está sin clases desde hace cuatro semanas, las familias se agruparon para defender la educación pública y el regreso de sus hijos a las aulas. Muy cerca de allí, lo Centros de Estudiantes de  escuelas secundarias desfilan y cantan sus consignas en lenguaje inclusivo.  En las mochilas todavía flamean los pañuelos verdes.

Laura, Secretaria General del Centro de Estudiantes de Ciencias Médicas de Rosario, está en quinto año de medicina y vino a manifestar desde su ciudad con un grupo de estudiantes. “Estamos sin  cursar y sin rendir desde hace un mes. Sin educación pública no hay futuro, necesitamos una respuesta urgente”

La oferta gastronómica de la marcha es variada: en la esquina de 9 de Julio y Avenida de Mayo, el humo de los choripanes esfuma el perfil de Evita dibujado sobre el edificio del Ministerio de Desarrollo Social. Cerca de Plaza de Mayo,  a la oferta clásica de panes y churros se agregan las hamburguesas veganas y los sándwich de lentejas y garbanzos.

Sobre la calzada avanzan columnas de partidos políticos, agrupaciones gremiales, estudiantiles, universitarias y carteles con consignas

MAS EDUCACION MENOS CLERO
LAS LUCHAS JUSTAS NO SE ABANDONAN HASTA QUE SE CONQUISTAN
CURSO SIN CALEFACCION, MIRA SI NO VOY A MARCHAR POR LA LLUVIA

“En la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA hace tres meses que estamos sin gas. Hay una reducción notable del presupuesto con incidencia en la parte de investigación. No se pagan subsidios para insumos,  reactivos y equipos importados. No se puede sostener la investigación con la falta de estos elementos. No están pagando los subsidios y becas para estudiantes que concursaron hace un año. Muchos están pensando en irse del país o  buscando trabajos que no tienen que ver con aquello para lo que se formaron”, informa el Dr. Daniel Tomsic, profesor de  Fisiología del comportamiento animal de la carrera de Biología.

Muy cerca de allí,  un chico con pañuelo verde enarbola una pancarta con una frase de Paulo Freire: LA EDUCACION NO CAMBIA EL MUNDO, CAMBIA A LAS PERSONAS QUE VAN A CAMBIAR EL MUNDO.



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