Joven barriendo de Francisco Goya |
La cuarentena ha dado resultados sublimes para algunos.
Shakespeare escribió Macbeth y sus bellísimos
sonetos durante sucesivas cuarentenas, Newton descubrió las leyes de la
gravedad, Frida Kahlo empezó a pintar después de tener el accidente en el
tranvía que la dejó en cama durante meses y Banksy armó una obra de arte con
graffitis en su propio baño.
Pero no todos somos tan excelsos. Yo tengo que confesar que
envidio a todos aquellos que usan la cuarentena para devorarse la biblioteca,
agotar el catálogo de Netflix o dejar la casa impecable.
Hay cierta exigencia
de productividad ligada al tiempo en casa. El razonamiento sería así: ya que no
voy a salir tengo que aprovechar el tiempo y aprender carpintería, hacer los
cursos gratuitos que pusieron on line las universidades más prestigiosas del
mundo, retomar hobbies que había largado hace años, mantenerme en forma,
cocinar rico, sano y barato, escribir una novela o encarar todas esas
actividades que tenía postergadas o, como se dice ahora, procrastinadas.
Y estamos los demás: los que no nos podemos concentrar. Los
que no pudimos encarar los arreglos de la casa ya sea por falta de tiempo o de
ganas, los que miramos los libros acumulados como una epopeya más desafiante
que escalar el Everest, los que lejos de comer más sano, arremetemos contra la
heladera para calmar la ansiedad.
Sin embargo, las inquietudes a veces también afloran aunque
no levanten demasiado vuelo. En estos días me sorprendí a mi misma buceando en
las profundidades de internet para explorar un artículo titulado “Por qué se acumula la pelusa en las casas”
Una pregunta con una respuesta desoladora: la pelusa es un
destino inevitable. El secreto de la 'supervivencia' de las pelusas está en los
movimientos que hay en la casa. Cuanto más nos movemos, más pelusas. Es una
masa de pelos, polvo, piel muerta, telarañas y fibras que se acumula en los rincones por arte
de la atracción electrostática.
Cuando termine la cuarentena no habré escrito los sonetos de
Shakespeare, no habré pintado los autorretratos de Frida Kahlo, no habré
encarado la novela que tengo inconclusa desde hace tantos años, pero al menos
podré contemplar las pelusas acumuladas debajo de la cama y asumirlas con la
resignación del que sabe que enfrenta un destino imposible de torcer, en este
caso gracias a la atracción electrostática, expresión que ya mismo estoy
incorporando a mi diccionario de la cuarentena.
Audio Radio Continental - https://radiocut.fm/audiocut/columna-silvina-quintans-cuarentena-y-pelusas-debajo-cama/
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