lunes, 27 de julio de 2020

Diccionario de la cuarentena - Procrastinar

Texto y libros que esperan: Silvina Quintans


Hoy añadimos la palabra “procrastinar” al diccionario de la cuarentena. Esta palabra que parece un trabalenguas se incorpora no solo en el lenguaje sino, sobre todo, en la práctica. ¿Quién de nosotros no ha procrastinado alguna vez durante la cuarentena?

El diccionario de la  RAE define la palabra como diferir, aplazar. La propia academia se encarga de decir que aunque resulte más fácil y suene mejor decir procastinar, la forma correcta es procrastinar, del latín 'procrastinare': 'pro', adelante, y 'crastinus, el futuro.

Están quienes se proponen objetivos y los cumplen,  y los que postergan(mos) y pasan(mos) el día rumiando con culpa por lo que no hacen(mos).  Y así los(nos) agarra la noche con la culpa encima, trabajando a cuatro manos para cumplir con sus (nuestros) compromisos.

Los procrastinadores se sienten solos, se reprochan el peor de los pecados,  mientras suponen que el resto del mundo madruga y está siempre dispuesto. Por eso es todo un consuelo que la canadiense  Margaret Atwood, autora de El cuento de la Criada, se haya reconocido como una procrastinadora serial y haya revelado sus trucos para que no dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.

Su primer consejo es ser  amable con uno mismo. De acuerdo con sus fuentes (no sabemos si confiables) un 20 porciento de la población suele aplazar sus obligaciones de manera crónica.  Take it easy o tomalo con calma, diría Margaret, de nada sirven la culpa o la autoflagelación.

El segundo consejo es no juzgar nuestro trabajo antes de haberlo empezado. Muchos procrastinadores no quieren comenzar el trabajo hasta que estén seguros de que va a salir perfecto, el resultado es que nunca empiezan. No soy vago, soy perfeccionista, se excusarán algunos. ¿Qué aconseja Margaret?.  “Come on, say something. (Avanza, di algo). Es posible que no sea lo correcto, pero después puedes desecharlo y nadie se va a enterar de esa estupidez que has escrito”

El tercer consejo es organizarse con anticipación, fijarse  objetivos para que el yo del deber prevalezca sobre el yo del querer, dominado por las emociones.

El cuarto es el más interesante: confeccionar una lista de lo que  no hay que hacer. Muchos se activan con listas de deberes, pero Margaret sugiere que armemos la lista de los no-deberes. A la cabeza de los mandamientos figura  “Keep away from Twitter”a la hora de sentarse a escribir

Todos estos consejos salen a la luz en plena cuarentena.  Atwood sostiene que le dieron resultado para encarar la escritura de su novela que había estado postergando durante tres años. Decidida y alejada de cualquier distracción, inventó Gilead y escribió la distopía que se convirtió en best seller.  Nosotros, humildes acuarententados procrastinadores que apenas  nos decidimos a encarar los estantes del placard, tal vez con estos consejos nos animemos a redactar una modesta lista de supermercado.  Por algo se empieza.

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