viernes, 7 de mayo de 2010

El textito del fin de semana ... Esta vez Calvino y Vila-Matas


Tuve una semana complicada y no pude colgar la contracrónica que estoy armando sobre un paseo por... ¡¡Liniers!! (Patagonia y los países exóticos de la encuesta pueden esperar)

Aquí van un par de textitos para el fin de semana. Algo nostálgicos, es cierto. Para los que dicen que este blog sólo habla de jardines ajenos, al final me animo y agrego algunas líneas propias.

Al hombre que cabalga largamente por tierras agrestes le asalta el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora (...)
Isidora es, pues, la ciudad de los sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega a edad avanzada. En la plaza hay un murete donde los viejos miran pasar la juventud: el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos ya son recuerdos.


de Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino.

Me parece maravilloso este texto, esa idea de que hay ciudades que sólo sirven en el recuerdo. La misma idea aparece en este texto de Vila-Matas:

"Y de pronto descubrí que el duende del sueño no había sido nunca la ciudad de Nueva York, sino el niño que jugaba dentro de ese sueño. El niño que yo había sido era el que había provocado siempre que aquel fuera mi sueño de sueños. A la mañana siguiente, por mucho que estuviera en Nueva York me molestó una barbaridad comprobar que me había despertado. Porque lo de menos era Nueva York, que estaba allí con sus rascacielos y su innegable seducción. Lo de menos era estar confirmando que, en efecto, Nueva York me gustaba más que París. Y lo de más era que al despertar había borrado al niño, había perdido al verdadero duende del sueño. Anduve sonámbulo todo aquel día, el único de mi vida que he pasado en Nueva York".

de París no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas

Isidora para mí es París. Encontré guardado este texto que escribí hace algunos años y que de algún modo se apoya en la misma idea. La indiferencia de las ciudades frente a la finitud de nuestros tiempos:

Hay que ser joven en París. No tiene sentido caminar por sus calles si uno no se siente - en algún aspecto- bello. La belleza de la ciudad atormenta y uno se convierte en pasajero indigno de sus calles.
No me atrevo a regresar a París en la madurez. Sólo vería el reflejo de su luz gris. Su belleza ya no sería contagiosa. Recorrer las librerías de viejo ya no sería un hábito encantador sino otra debilidad del temperamento.
Definitivamente, no me atrevería a regresar a París en la madurez.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, SQ. Esos recuerdos que encandilan y convocan, pero a los que no se pueden volver. Pero no se prive justo de París, la ciudad que la encandila. Reserve para los jóvenes, para los bellos, a ciudades menos necesarias, Comodoro Rivadavia, González Catán, algún otro destino del que se pueda prescindir sin pérdida.

    Lindos textos, SQ, el propio y los ajenos, aunque el suyo se adivina escrito por alguien que se sabe linda,que no se lleva bien con el almanaque. Los feos, los que tenemos una estética alternativa, para ser políticamente menos incorrectos, los que nos beneficiamos del mal gusto ajeno, disfrutamos de París sin tantos miramientos, sin vernos en el espejo, sin culpas ni complejos, aunque Ud. no lo crea.

    Cuando llegue a la madurez, ya va a ver, se va a reir de lo que pensaba de la edad madura cuando era joven. Sentada en el pont neuf, va a disfrutar sin edades, se va a quejar de llena.

    El desenlace sólo es el desenlace si uno vió lo que lo precedía.

    VV (Viajero Virtual)
    Ps.: seguimos escasos de contracrónicas, SQ. Su promesa inicial comienza a parecerse al salariazo.

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  2. Me gustó mucho lo de la estética alternativa, VV. Es cierto, todavía es tiempo de disfrutar del Pont Neuf, pero no me pida que vuelva en la vejez: estaría tentada de propinar bastonazos a varios parisinos que bien lo merecen. Gracias por su comentario.

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