lunes, 17 de mayo de 2010

Tarde de Pincha en La Plata


Texto: Silvina Quintans

Sé que varios de mis compañeros de ruta se ofenderán con el adjetivo, pero para un no-fanático del fútbol la propuesta de ver en un bar céntrico de La Plata el partido en el que el pincha definía el campeonato resultaba -por lo menos- pintoresca.
Hacia allí partimos desde Caballito cuatro madres, dos padres y seis mini fanáticos del León embanderados y vestidos como un pequeño ejército a rayas rojas y blancas. Es cierto que el bar al que yo había imaginado poblado de fanáticos de verba exaltada, mozos con bandejas de metal, mesas de madera, y pisos algo percudidos, terminó siendo una moderna panchería con una moza joven que miraba azorada tanto despliegue de fervor, y trataba de mantener la pulcritud del local a fuerza de desinfectante y lavandina.
Los hinchas de voz gruesa y calibrado vocabulario también brillaron por su ausencia, merced al "Fútbol para todos" que fue minando la costumbre de compartir la pasión futbolística en los bares. Atrás quedaron los tiempos en los que uno se abrazaba con desconocidos hermanado por el tan esperado gol: hoy muchos hinchas compran el plasma en 50 cuotas y se apoltronan en el living para alentar al equipo. Y no los culpo.
Lo cierto es que en la soledad del local reluciente, mientras paladeábamos unos cargadísimos panqueques, festejamos los cuatro goles del pincha, sacamos a los chicos a pelotear en la plaza en el entretiempo, y sufrimos durante los últimos minutos viendo con impotencia cómo se nos iba el campeonato en manos de Argentinos Juniors.
Por lo demás, siempre vale la pena volver a La Plata. Para los que venimos de Capital, queda claro que es una ciudad que está hecha a medida de sus habitantes. Diagonales que desembocan en plazoletas, muchos árboles, casas bajas, veredas sanas, amplios bulevares,  la espectacular catedral iluminada. Vale la pena volver a La Plata, aunque esta vez no hayamos ganado el campeonato.

3 comentarios:

  1. Muy Pintoresco, pero yo, que la conozco de otros tiempos, puedo garantir que se decía hincha de boca. Le concedo que no era una fanática, pero que se vaya hasta La Plata para esto ... su oportunismo no tiene límites, disculpeme. LMM

    ResponderEliminar
  2. No puedo menos que darle la razón, estimado anónimo. Permítame decir en mi descargo que mis convicciones futbolísticas son algo volátiles. Cuando opté por el equipo xeneize fue porque trabajaba en La Boca y porque quería quedar bien con mi jefe, boquense de la primera hora. Las razones para adherir al Pincha tienen también algo de ósmosis, pero mucho más de afecto: uno hace cualquier cosa por sus hijos. Mis pequeños son cuarta generación de pinchas, y sus compañeritos de escuela con sus padres han adherido -por increíble que parezca- a tanto fervor. Y por supuesto está mi cónyuge, militante desde la cuna. Estoy rodeada, estimado anónimo.

    ResponderEliminar
  3. Permitame porfiarle, estimada. Que los compañeritos de sus hijos hayan adherido, en este veranito pincharrata, puedo entenderlo, pero que sus padres hayan cambiado de equipo ... Si le creyese tendríamos que pensar en un aula porteña enteramente pincharrata, con padres que han abandonado a su equipo. En fin, lo tomo como una licencia literaria.

    Una pregunta: ¿es conciente toda esta gente -sobre todo los padres- de que cuando se retire Verón vuelven a mitad de tabla, como siempre, hasta que el hijo de la Brujita, nieto de la Bruja, debute en primera? LMM

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.